Resulta curioso y a la vez un tanto irónico que la palabra «reconocer» sea un palíndromo (del griego palin dromein, volver a ir hacia atrás). Palíndromo es una palabra o frase que se lee igual hacia adelante que hacia atrás.
Pero más allá del simple hecho lingüístico es de considerar que en nuestras relaciones humanas existen al menos tres formas de reconocer. Todas son una invitación palin dromein que prácticamente nos exige a ir hacia delante y con la misma volver hacia atrás.
1.- Reconocerme en mí: Reconocer es un proceso de reflexión y además una actividad de análisis compleja que podemos realizar con nosotros mismos. Podemos hablar del autorreconocimiento en el que pretendemos ver en nosotros mismos aquello que juzgamos bueno, con lo que probablemente nos vaya mejor porque alimenta nuestro ego: me reconozco bueno en esto y eso me enorgullece, me gusta, me siento a gusto; y con un poco más de dificultad lo que no es tan bueno, nuestros errores y desatinos, con los cuales nos cuesta mucho más entrar en contacto porque probablemente nos trae sentimientos encontrados o sufrimientos que no deseamos aceptar. En ambos casos es una acción que ocurre en nosotros y es realizada por nuestra propia convicción. El aprendizaje derivado de dicha reflexión dependerá necesariamente del grado de compromiso que tengamos con nosotros mismos y con nuestro mejoramiento personal.
No obstante la actividad de reconocer también la realizamos en los demás, vemos las conductas y comportamientos de las personas con quienes tenemos contacto, familia, compañeros de trabajo, amigos, etc. Fundamentalmente de esta se desprenden otros dos procesos que aunque pareciera que su origen está en los otros verdaderamente se originan en nosotros mismos.
2.- Reconocerte en positivo: Ocurre cuando podemos observar muy fácilmente las virtudes y talentos en los demás, son personas con las que nos gusta compartir y con quien nos sentimos muy bien. Por lo general, ocurre un efecto espejo en el que una de las características que apreciamos en nosotros mismos la identificamos en los demás y por ello nos resulta más sencillo aceptarlos, porque nos gusta, porque eso es algo que forma parte de nuestras luces, de aquello que consideramos positivo y bueno. Es fácil aceptar y comprender aquello que nos gusta de forma natural, no hay mayor reto en esto. Además, no es necesariamente negativo, en nuestro ámbito relacional nos conectamos primero con aquello que nos resulta familiar, hacemos contacto y danzamos de una manera más fluida con la música que nos mueve. El crecimiento que aporta el reconocerte en positivo es que nos ayuda a incrementar nuestros bastiones o soportes personales. ¿Te ha pasado que ante una situación en la que requieres un consejo o asesoría buscas a alguien con quien tienes especial confianza o con quien te identificas por su manera de conducirse? Con eso solo estamos reforzando nuestra decisión personal que ha sido tomada incluso, antes de buscar a ese amigo que nos aconsejará. Resultará muy difícil que alguien que actúe y/o piense muy parecido a mí me pueda dar una perspectiva diferente a la que ya tengo. El reto se presenta cuando abro la posibilidad de voltear hacia una persona que piense o actúe en una forma diametralmente opuesta y con la que no necesariamente existan sentimientos de admiración a priori. Sucede mucho en las evaluaciones de 360° que se realizan en las empresas, los candidatos elijen pares y subordinados con quienes sienten que sostienen una buena relación, cerrando de inmediato la compuerta del crecimiento, el aprendizaje y el desarrollo personal. ¿Qué pasaría si estas evaluaciones se hicieran sin ningún trasfondo de compensación salarial e invitaran a los participantes a realizar una verdadera, profunda y valiente autorreflexión personal solicitando feed back precisamente a todos aquellos con los que no me llevo bien?
3.- Reconocerte en negativo: ¿Cómo es posible que personas a quienes admiramos y con quienes nos sentimos muy bien tengan conductas o comportamientos que no nos gustan en nada? Al igual que en el punto anterior tenemos un efecto espejo, la única diferencia es que no somos capaces de manejar dicho reflejo, porque nos aterroriza conocer lo que vamos a encontrar en el fondo de nuestra alma. Por definición, nuestras sombras son expuestas cuando alguien nos enfrenta a la luz. No es fácil aceptar que reconocerte en negativo es la confirmación de mi autorreconocimiento en negativo. Todos tenemos luces y sombras, pero a lo largo de nuestra vida la invitación, en general, va dirigida a ocultar las sombras, a no hablar de ellas, a no exponernos a lo que representan. Quizá es uno de los mayores dislates sociales y comunicacionales de nuestro camino en la vida. Porque son precisamente la mayor fuente de aprendizaje que podemos encontrar para mejorar nuestro mundo relacional y nuestra existencia.
Una demostración de lo anterior lo pueden corroborar realizando el siguiente ejercicio: elige dos personas con quienes tengas una estrecha o cercana relación; una de ellas tiene que ser alguien a quien admires mucho y la otra debe ser alguien con quien no te lleves necesariamente muy bien. Lo importante es que ambas deben ser personas que conozcas y con quienes tengas una relación. Para ambas apunta cinco características que admires y cinco que detestes de ellas; luego selecciona cuáles de los aspectos positivos observas en ti y cuáles de los aspectos negativos no se parecen en nada a ti. Una vez que llegues al final del ejercicio intenta reflexionar de forma profunda y honesta, quizá encuentres que eso que definitivamente no ves en ti es algo que está muy presente.
¿No te parece maravilloso que el significado de «palíndromo» de ir y volver hacia atrás, sea precisamente lo que debemos hacer en nuestra vida personal, en nuestras relaciones y comunicaciones con los demás si deseamos mejorar nuestra danza relacional con los otros y nuestra existencia?
El reto del aprendizaje, crecimiento y desarrollo personal se obtiene cuando nos volvemos más capaces de reconocer, aceptar y trabajar las sombras de nuestra existencia desde la valiosa información que recibimos de los demás a través de lo que no nos gusta de ellos.
¿Te atreves?